«Arrancar una cepa sería como arrancarnos a nosotros mismos»

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«La primera vez que Ton Mata nos llevó a ver el Turó d’en Mota, yo no quería irme. Hay algo especial en este viñedo que no se puede explicar, hay que ir. Alguien que haya experimentado lo mismo que yo cuando fui quizás diría que es un lugar bendito, espiritual o lleno de energía positiva. Yo solo diré que hay algo muy especial en este viñedo que me hace describirlo como jamás he hecho con ningún otro pedazo de tierra plantada de vides.

Turó d’en Mota significa “la colina de la familia Mota” y se plantó en 1940. Las vides son retorcidas, gruesas y parece que han tenido una buena vida, aunque dura, y cada una tiene su propia figura y personalidad de tal forma que todas podrían tener fácilmente nombre propio. La parcela no es grande, tan sólo 0,97 hectáreas y un par de años atrás el número de vides se redujo abrupta y tristemente.

Parece ser que aquella noche había estado lloviendo y alguien resbaló con su coche por los caminos enfangados que rodean los viñedos e impactó contra el Turó d’en Mota, llevándose por delante 10 vides. Desafortunadamente, estas cepas no tuvieron la suerte del conductor, quien salió con vida del accidente.¿Cómo se puede explicar a alguien la gran importancia que estas vides tienen para la familia propietaria, cómo explicar su valor, que son irreemplazables? Ton dijo una vez que “arrancar una cepa sería como arrancarnos a nosotros mismos”, lo que nos puede dar una idea de lo que debía sentir al saber lo que había pasado.

Pero estoy contenta de que, tras 76 años de vida, la mayor parte de este viñedo permanezca aún intacto, porque quiere decir que podremos continuar disfrutando del maravilloso vino que nace de sus vides. Es, amigos míos, fuera de lo común. Unas 3.000 botellas salen de los aproximadamente 4.400 kg de xarel·lo, vendimiados cada año a mano. Fermentado primero en roble durante dos semanas y criado un mínimo de 120 meses en las bodegas de Recaredo, este espumoso es único en muchos aspectos. Cuando salió la primera cosecha (1999), fue el primer vino espumoso del Penedès de un sólo viñedo elaborado jamás, y también el primer monovarietal de xarel·lo. Es la perfecta expresión de la tierra donde crece y claramente puedes oler y catar el suelo calcáreo, el romero, el  tomillo y el hinojo que crecen en la colina que hay junto al viñedo, a pesar de los 10 años de crianza, todavía es  fresco y vibrante.

Así pues, todos aquellos de mente estrecha que no creen que el espumoso pueda envejecer… está claro que nunca han probado el Turó d’en Mota. Han pasado ya como mínimo tres años desde nuestra visita a aquel fantástico viñedo y honestamente debo decir que lo echo de menos. Cada vez que a lo largo de este año he pasado con el coche por la salida de la carretera que lleva al Turó d’en Mota, justo a las afueras de Sant Sadurní d’Anoia, he pensado “la próxima vez” tomaremos la salida y conduciremos hacia allí tan sólo para saludar y ver cómo están las vides, pero no, nunca pasa y ahora que estoy aquí, en Suecia, y no pudo dejar de pensar en mis amigas, las cepas del Turó.

Anna Wallner
Glass of Bubbly
Marzo de 2016